La barba terminó convirtiéndose en un accesorio de moda y belleza para los hombres, pero parece tener una función mucho más simple, como lo demostró un estudio.
Los pelos faciales que crecen desde la mandíbula, las mejillas y también el labio superior, formando el bigote popular, pueden estar allí más por la seguridad del hombre que dejarlo con ese aspecto de leñador.
Según un grupo de biólogos de la Universidad de Utah, en los Estados Unidos, la razón principal de la existencia de una barba en la cara de los machos de nuestra especie es protegerla de, por ejemplo, un golpe poderoso y bien dado. Afortunadamente, nadie resultó herido por esta investigación.
Los biólogos utilizaron maniquíes cubiertos con lana y piel de oveja a diferentes niveles, que fueron sometidos a la caída de objetos pesados, simulando un golpe.
Al medir el impacto causado por el golpe, los científicos notaron que las caras que estaban cubiertas con una barba más densa podían absorber la energía del golpe de manera más eficiente que aquellas con poca o ninguna barba.
La absorción de energía por parte de las muñecas barbudas fue hasta un 37% mayor, es decir, “sintieron” menos la “paloma sin alas”.
La razón de esto es esencialmente la barba, ya que los mechones, gruesos y no muy lisos, terminan funcionando como un protector, recibiendo el impacto antes de la cara y haciendo que el golpe sea más ligero cuando golpea el objetivo, de manera efectiva.
Un sinfín de posibilidades
El estudio realizado en Utah todavía está en sus primeras etapas, pero abre posibilidades interesantes con respecto a la barba.
Los científicos creen que podría ser un signo de selección natural, haciendo que los hombres sean más resistentes a la lucha. Incluso la melena del león puede tener una motivación similar, entre otras.
Esto también puede explicar la fama de los vikingos nórdicos y guerreros de la Edad Media, conocidos por sus respetables barbas.
Conocidos como guerreros temibles y muy resistentes en el combate uno a uno, la barba puede haber sido un factor importante en su resistencia, tal vez incluso evitando que algunas mandíbulas se rompan en medio de una clásica pelea de taberna.
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