La selva amazónica a menudo se llama el “pulmón del mundo” y en los últimos tiempos el mundo parece estar fumando compulsivamente. Pero, ¿y si ella realmente desaparece? ¿Cuál sería el impacto de la desaparición total de la Amazonía, una región cuya importancia teórica es unánime, pero la atención práctica termina siendo mucho menor de lo que debería ser? La respuesta, por supuesto, no es buena.
Si los 7.584.421 kilómetros cuadrados de la selva amazónica fueran realmente destruidos, el mundo perdería al menos 30 mil especies de plantas que solo existen allí. Al menos mil especies de animales de todas las familias también se extinguirían en lo que sería un desastre total para la biodiversidad en el planeta Tierra. Y eso solo sería el comienzo de la catástrofe.
Los impactos climáticos serían aún más graves, especialmente para las regiones alrededor de la selva amazónica. La quema y otras agresiones a esta tierra pueden transformar el bosque cerrado en un paisaje cercano a las sabanas africanas, lo que ayudaría a secar humedales como el Pantanal y transformar los bosques del noreste en un verdadero desierto, incluso más cálido y seco, ya que sin el bosque las lluvias disminuirían aún más.
Un suelo más seco también dañaría los ríos, lo que podría interrumpirse. Las consecuencias de esto son un verdadero efecto dominó que comienza en Brasil, pero puede afectar a todo el mundo de manera catastrófica.
De mosquitos a nevadas y tifones
Entre los efectos anticipados de una posible desaparición de la selva amazónica, uno de los primeros y que ya comienza a sentirse sutilmente es una verdadera invasión de mosquitos e insectos en general en ciudades como Manaus y otras cercanas al bosque. Las especies transmisoras de enfermedades, como el “barbero”, que transmite la enfermedad de Chagas, tendrían la fiesta alrededor del bosque muerto.
El cambio climático tendría efectos aún más devastadores y de mayor alcance. Las corrientes marinas cambiarían de temperatura y cambiarían de curso, causando, por ejemplo, frío intenso y nevadas en partes templadas de Europa, como Inglaterra, Francia e incluso algunas regiones cercanas al mar Mediterráneo. En Asia, los tifones que ya asolan el este y sureste del continente ganarían intensidad, especialmente en países ya castigados como Tailandia, Vietnam, Camboya, Laos y muchos otros.
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